qué importa si soy hipersensible, si como tallarines hasta reventar, si me enamoré de un pelirojo, si el cielo lila me hace enloquecer, y si prefiero hablar con mi perro antes que con dios?

corta*venas


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lunes, noviembre 19, 2007

Libertad emocionaL

Preocupada me dispongo a escribir. Preocupada no por la nota ni por cuánto tardaré en hacerlo, sino más bien de por qué lo hago y si en verdad yo escogí hacerlo. ¿Hasta donde hablamos de libertad? aún no lo comprendo bien, pero si existe algo claro es que nadie es completamente libre de que hacer, sentir, pensar o recordar, sin duda una fuerza invisible se apodera de nuestras decisiones, y aunque algunas de ellas inconscientes, suelen repetirse en diversas o similares ocasiones de nuestras vidas. Es común juntarse con cierto tipo de gente, llevarse bien con tanta otra, buscar el mismo tipo de novio o ir a alguna clase de lugar, (independiente de si estas decisiones sean correctas o no), ciertamente porque en alguna medida nosotros lo escogemos de ese modo, nos gustan ciertas características, y por ende buscamos esa “comodidad” que hemos sentido anteriormente, por ello deseamos “encontrarla nuevamente”. Pero a pesar de que nos sintamos dueños de nuestros actos, no podemos olvidar la carga de experiencias que llevamos, y como de las cosas vividas anteriormente hay algunas que se graban a fuego y que guían en cierto modo nuestra existencia. Nuestros recuerdos suelen estar presentes lo queramos o no, en una conversación, en los pensamientos, en la mente, y si es que llegasen algunos a no estar o creamos haberlos olvidado pueden incluso encontrarse camuflados y sólo salir a la luz con ciertas acciones. Si un día nos asaltan en una calle en particular o de un modo muy violento y más encima cabe decir que un asalto siempre es “sorpresa”, es claramente algo obvio que después de ese suceso nos dará mucho miedo andar por esa calle, y nos sentiremos inseguros al caminar por ciertos lugares que se le parezcan, o que se yo cuantas situaciones más. Pero algo claro es que se ha generado un cierto “trauma”, y que aunque no recordemos qué fue lo que nos robaron, ni que calle era exactamente o que hora era; si recordaremos esa sensación horrible que sentimos, y ese tipo de “angustia” podrá guiar miles de actos venideros, como el andar “perseguidos” en la calle, salir con lo justo, tener precaución de por donde andamos y a que hora o que se yo, sólo conocemos lo que recordamos, y en ese sentido si recordaremos el mal sabor de aquella instancia. Y si de recuerdos seguimos hablando, las primeras imágenes o escenas que se me vienen a la mente son las de la película “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, película en la cual existía una empresa llamada “LACUNA INC”, la cual se dedicaba a borrar los recuerdos de las personas, en la película específicamente la protagonista desea olvidar a su novio o ex novio y concurre a esta empresa en donde borran los recuerdos y los graban en un casette, a veces pienso que todos necesitamos algo como “Lacuna Inc” para seguir adelante, o para cambiar la cadena hereditaria de “traumas” como veíamos también en la película “Sonata de otoño”, ahí se muestra claramente como el lazo hereditario que va uniendo a generación tras generación repite o actúa en base a lo que han vivido. Los caminos se encuentran pre-trazados, los modos de relacionarse, de tratar, de convivir, de sentir o de vivir se encuentran ya alineados con las experiencias, una frase muy cierta que refleja esto es parte del diálogo de “Sonata de otoño” en donde dice “hay gente que no vive, sino que existe”. La necesidad del olvido no se presenta hasta que nos damos cuenta que hay algo que esta causando daño. Las conversaciones aclaradoras de algo sin duda que sirven al menos para comprender el por qué de ciertas actitudes, sin dejar de lado que el recordar hace que identifiquemos y reconozcamos lo pasado, lo perdido, lo vivido o lo acordado, después ya caeríamos mas bien en la melancolía y en verdad no rescataríamos lo perdido, el carácter melancólico ciertamente que recuerda, pero no sabe que es lo que le duele, es ahí cuando una aclaración es necesaria para entender, y no digo justificar, pero conocer las razones ayuda a relacionar los hechos, a suavizar el rencor. Volviendo a Eternal sunshine of the spotless mind y la constante necesidad que tenemos de olvidar, se suma a ello la combinación de “recuerdo-aprendizaje”, entonces caemos en ese dilema ¿Querer en verdad olvidar? ¿Podemos escoger olvidar? De esto es a lo que me refiero cuando hablo de libertad emocional, cuando Clementine decide pagar por olvidar, y somete todos sus recuerdos a un casette, lleva todas sus pertenencias o cosas que le recuerdan a la otra persona para deshacerse de ellas y a la vez de la persona, ¿de qué libertad estamos hablando? ¿Qué poder de decisión hay ahí o qué fuerza de voluntad? Que lo que recordamos es manejado por una fuerza invisible ya lo sabemos, entonces que ni siquiera lo que tenemos en mente podemos elegirlo. Nos movemos libremente dentro de una jaula, nunca hay más de 3 opciones, un plan a, b y z, el dinero que te sepulta o te lleva al estrellato, pero ¿qué tenemos derecho a escoger? Supongo que más que un par de zapatillas que nos remiten a una cierta cantidad de plata, a una posición social, a un cierto estilo, quizás tenemos derecho a elegir no elegir nada. Trainspotting con su diálogo tan abiertamente difundido nos pone en ese plano; “Elige la vida, elige un empleo, elige una carrera, elige una familia, elige un televisor grande que te cagas, elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la sal, colesterol bajo y seguros dentales, elige pagar hipotecas a interés fijo, elige un piso piloto, elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego, elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos, elige el bricolaje y pregúntate quien coño eres los domingos por la mañana, elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, mientras llenas tu boca de puta comida basura, elige pudrirte de viejo, cagándote y meándote encima, en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte, elige tu futuro, elige la vida. Pero ¿porque iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida, yo elegí otra cosa. ¿Y las razones?, ¡no hay razones! ¿Quien necesita razones cuando tienes heroína?” Y entonces volvamos a nuestra supuesta libertad emocional, a los 14 consejos para olvidar, las 500 razones para odiar, a las millones de ovejas para el desvelo, al cocktail de pastillas para dormir, a las 60 veces que decimos “puedo” y a las 80 veces siguientes que te arrepentiste, ¿de qué libertad seguimos hablando? Escuché una vez por algún lado un dicho así como esto “la libertad termina cuando le haces daño al otro” y yo me pregunté en seguida ¿osea que la libertad del otro termina cuando me hace mierda? Y le encontré toda la razón al dicho. En la definición de la palabra “libre” encontramos algo así como “insubordinado, que no es esclavo, atrevido, desenfrenado, independiente, soltero, inocente, sin culpa, que no se somete a las costumbres establecidas; pero del diccionario a la vida real dejémoslo como: una nevera llena de condimentos y sin comida…

1 comentario:

Nacho dijo...

creo que al final de todo, no hay libertad emocional en tanto existe la sociedad de consumo. No existe el sentimiento inocente, por que se enseña a sentir, y a la vez los sentimentos son condicionados a parametros pre establecidos que enmarcan el rumbo de las relaciones.
Aixa Bevans te quiero cuidate chao.